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domingo, 11 de marzo de 2012

GERVASIO SÁNCHEZ - EL FOTÓGRAFO DEL DOLOR - EXPOSICIÓN EN LA TABACALERA, MADRID


Biblioteca destrozada por una bomba incendiria, Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), julio de 1993 

Una exposición que traza, a través de 148 fotografías, cerca de 100 retratos y 6 audiovisuales, un extenso recorrido por la dilatada trayectoria fotoperiodística de Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía 2009, que se inicia en Centroamérica en 1984 y se extiende, de manera ininterrumpida, hasta hoy.

La exposición se compone de imágenes, a color y en blanco y negro, que se ordenan de forma cronológica, a través de un recorrido vertebrado en cinco grandes bloques temáticos: América latina, Balcanes, África, Vidas minadas y Desaparecidos.

Además, la muestra incluye 8 murales con cerca de 100 retratos de personas directamente afectadaspor algunas de las realidades documentadas por Gervasio Sánchez: víctimas de mutilaciones y ex niños-soldado, ambos en Sierra Leona, y víctimas de minas antipersona y familiares de personas desaparecidas en diversos países del mundo.
La exposición se completa con seis audiovisuales en los que se muestran centenares de fotografías realizadas a lo largo de los más de 25 años de producción de Gervasio Sánchez.

La muestra “Antología Gervasio Sánchez” podrá visitarse del 6 de marzo al 10 de junio de 2012, en la Tabacalera, C/ Embajadores, 53. Madrid.





Posguerra en Kosovo

El cuerpo sin vida de Salim Azem Gashi, albanokosovar de 16 años, es abrazado por su padre mientras las mujeres de su familia lloran, en Pirana (Kosovo), julio de 1998 

Sarwar, de seis años, perdió la pierna y un ojo en una explosión de una mina. Le acompaña su madre en Kabul (Afganistán), agosto de 1996 
http://www.artespain.com


A Gervasio Sánchez le concedieron en el 2008 el premio Ortega y Gasset, y aquí dejo su discurso en la entrega de ese premio, merece la pena leer una arenga en contra del poder político y el negocio de la venta de armas en nuestro país:

[...] Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.
Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias.

Leer aquí el discurso completo:


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