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martes, 23 de agosto de 2011

MISTERIO EN EL JARDÍN DE LOS MONSTRUOS O JARDÍN DE BORMAZO. "TODO PENSAMIENTO ES FUGITIVO"



Dicen que cuando André Breton le enseñó a Salvador Dalí un libro con fotografías sobre Bomarzo, apostilló lo siguiente: "Aquí está todo tu universo cuatrocientos años antes de que se te ocurriera". Era lógico: el bosque sagrado de Bomarzo, o parco dei mostri, como es conocido en la región, es un lugar inquietante. Su autor fue el príncipe Pier Francesco Orsini, quien hizo llamar a algunos de los más importantes artistas del Renacimiento, como el arquitecto Pirro Ligorio, que sustituyó a Miguel Ángel en la construcción de la basílica de San Pedro del Vaticano.








La idea era aprovechar la roca volcánica originaria del lugar, el peperino, fácilmente moldeable, para erigir un pequeño microcosmos de edificios y esculturas fantásticas que compitieran en dimensiones con el paisaje. Durante casi treinta años, entre 1552 y 1580, a las órdenes del príncipe, los escultores y los arquitectos fueron disponiendo enormes rocas sobre el terreno para revelar de su interior un zoológico imaginario que incluía los animales reales, los míticos y los imposibles.








Como resultado, las arpías y los ogros se hicieron sitio junto a los árboles y los arroyos, mientras los dragones o los elefantes se alineaban frente a figuras humanas de cuatro metros de altura. Y todo ello al lado de un templo renacentista de proporciones exquisitas, un teatro minúsculo o a una torre tan inclinada que apenas se puede recorrer una habitación de extremo a extremo.








Quienes han estudiado la disposición del parque señalan que escenifica un itinerario simbólico inspirado en la obra de Francesco Colonna El sueño de Porfilio,donde se narra la peregrinación imaginaria del protagonista para revivir su amor con Polia, prematuramente muerta. Alegan en favor de sus argumentos el templete, el ninfeo y el teatro.










Algo es seguro: el jardín de los monstruos muestra la soledad de quien lo hizo, Pier Francesco Orsini, un hombre delicado, escondido en un cuerpo maltrecho, jorobado, que dedicó su vida a rodearse de la belleza que el destino no le había querido otorgar y, despechado con su familia, se escondió en su palacio de Bomarzo. Coleccionista de todo, recuperó de su viejo linaje familiar -los Orsini, los osos- la leyenda de su antepasado alimentado por una osa e intentó transmutarse en mago para domesticar la naturaleza; si bien, como Dédalo, acabó siendo constructor y prisionero de su obra.












Lo cierto es que el conjunto no se inauguró nunca: primero, por la muerte de Giulia Farnese, la esposa del príncipe, en cuyo honor fue construido, y luego, por la de su primogénito.










Bomarzo es una localidad del Lacio, 70 km al norte de Roma, que surge entre montañas y bosques como si de un manantial se tratase. La agreste naturaleza que la envuelve, la vegetación y los arroyos serpenteantes, convirtieron la zona de Viterbo durante la Edad Media en residencia de verano de los Papas, y con sólo contemplar sus paisajes, el peregrino, el buscador de paz y belleza, queda enamorado al instante, llenando un trocito de su alma del sosiego y la calma que se respira. 










Dos esfinges flanquean la entrada, moradores benignos del umbral que en vez de inquirir con severidad nos recomiendan con advertencias:«Quien con la ceja arqueada y el labio apretado no va por este lugar, carece de admiración, pues éste es uno de los lugares solitarios más famosos del mundo...» «Tú que entras aquí, pon tu mente aparte y dime si puede ser que tanta maravilla esté hecha por engaño o por un arte puro».


"Algunos lugares de la tierra poseen la impenetrable aureola del misterio. Su historia, su arte, su arquitectura, su razón de ser, yacen sepultados ante las preguntas que quedan sin respuesta y, celosos guardianes de su enigmático por qué, nos invitan a pasear por sus senderos, a contemplar sus piedras y a fascinarnos... Indudablemente el parque de los monstruos de Bomarzo es uno de esos lugares".


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