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viernes, 16 de diciembre de 2011

ORFEO ED EURIDICE, GLUCK



Dramática recreación del mito del semidios cantor Orfeo enamorado de la ninfa Eurídice,  “Orfeo y Eurídice” de Gluck, basada en las “Metamorfosis” de Ovidio y las “Geórgicas” de Virgilio, ocupa un papel esencial en la Historia de la música, pues su estreno en Viena en 1762 supuso la irrupción del movimiento de reforma de la ópera que, liderado por Gluck, significó el abandono de los esquemas barrocos para abrazar los nuevos elementos neoclásicos.



EL ARGUMENTO

El afligido Orfeo llora con desconsuelo sobre la marmórea losa que cubre los restos mortales de su amada Eurídice, fallecida recientemente. Orfeo está dispuesto a realizar cualquier sacrificio por enorme que sea, y afrontar el más espantoso peligro, con tal de rescatar de su tumba a su hermosa esposa. Se ofrece a los dioses, les invoca suplicante y les increpa por lo crueles que con él han sido. Como respuesta a sus palabras, se le aparece el dios Amor, que acude a su conjuro.

Éste informa al desesperado mancebo que el omnipotente Zeus ha oído sus lamentos e imprecaciones. Enternecido por su dolor, le permite llegar hasta el mundo lejano e invisible de los dioses y las furias, donde podrá luchar para recobrar a su amada. Primeramente deberá vencer la resistencia de Plutón y los espíritus malvados que le rodean, quienes tratarán de impedirle la entrada a la mágica región. Para luchar con ellos no debe emplear otra arma que el encanto de su voz y la seducción de sus canciones.

Otra advertencia importante, es que una vez encuentre a Eurídice, no puede mirarla hasta que hayan atravesado las aguas de la laguna Estigia. De no hacerlo así, su prometida moriría, de nuevo, esta vez irremisiblemente. Orfeo acoge con gran júbilo el mensaje de los dioses, dándoles las gracias por haber atendido su ruego e implorando su ayuda para la arriesgada empresa que va a iniciar.

Aparece Orfeo en la entrada del averno y es amenazadoramente recibido por las Furias que habitan en la lobreguez del antro, condenadas a montar guardia eternamente. Ellas lo increpan por haber llegado hasta allí y tratar de penetrar en aquel infernal paraje, cuyo paso está vedado a los mortales. Las amenazas son cada vez más inquietantes con repetidos gritos de ¡No! El atemorizado Orfeo, recordando las palabras del dios Amor, entona una dulce canción en la que expresa su infinita pasión por Eurídice y la honda pena que le ha causado su muerte.

Amansadas por el hechizo de la música y el son cristalino de la voz del cantante, las Furias se apiadan de sus pesares y finalmente le dejan pasar, pero sólo para que pueda encontrar a su amada y recobrarla. Se abren las puertas de los Campos Elíseos, valle paradisíaco, en donde los espíritus bienaventurados,  vagan libremente gozando de la paz y la dicha que han merecido sus vidas ejemplares.

Allí Orfeo encuentra a Eurídice y su primer deseo es abrazarla. Pero recordando la severa advertencia del dios Amor, se contiene y tomándola de la mano se la lleva a la laguna Estigia, única salida del reino de las sombras. Ella le sigue dócilmente, aunque muy extrañada de la inexplicable actitud de su amado, pues en lugar de demostrar su contento, la arrastra impetuosamente sin prodigarle ni una sola mirada de afecto.

Orfeo, que ha soltado por un instante la mano de su esposa, continúa avanzando en su camino, sin detenerse y llamando a Eurídice para que le siga. Sabe que las pantanosas aguas de la fatídica laguna no están lejos. No quiere perder tiempo.  Debe atravesarlas cuanto antes y alejarse así de aquellos parajes de maldición. Mas la intrigada doncella continúa sin comprender el porqué de aquel extraño comportamiento. Está perpleja de la aparente indiferencia de su amado.

Deteniéndose de pronto, se niega a dar un paso más si éste no la mira y le jura que la quiere. Es preferible regresar a donde estaba, que retornar al mundo de los vivos sin poseer su cariño. Orfeo trata en vano de resistir a este amoroso llamamiento. Olvidando la prohibición de los dioses y no obedeciendo más que al impulso de su corazón de enamorado, se vuelve repentinamente y estrecha a Eurídice entre sus brazos. Inmediatamente la bella muchacha desfallece sin vida. Nuestro protagonista, desesperado, intenta suicidarse pero detiene su mano el dios Amor, quien, en recompensa por tanto sufrimiento, le devuelve de nuevo a Eurídice. Todos festejan el triunfo del amor.


Ópera conmovedora y musicalmente bellísima...!!








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