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martes, 11 de junio de 2013

AMOUR - PELÍCULA QUE ME EMOCIONÓ Y TODOS LOS PORQUÉS DE SU INMENSIDAD

Por titularse Amour y no ser una película cursi, ni romántica, ni ñoña, ni afectada. Ni un solo beso en las dos horas que dura la cinta. Una caricia de manos lo vale todo. Y una bofetada a tiempo, también.




Porque por primera vez en su carrera Haneke no se regodea en lo peor del género humano, en lo más oscuro, sino en el amor más tierno, inconmensurable e incondicional, ese que hace grande al ser humano.

Porque la interpretación de Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva es impecable, grandiosa, soberbia. Se merecen todos los premios del mundo. Y Haneke por haberlos dirigido con una maestría inalcanzable para el resto de realizadores. 


Por el respeto abrumador con el que Haneke trata el tema y a sus personajes. Sublime.


Porque Haneke da una lección a todos poniendo en escena a dos viejos. Sí, viejos, para que aprendamos a respetarlos y gritarle a Hollywood que los viejos también cuentan, que forman parte de nuestra sociedad, que no todo es juventud, belleza y alfombra roja. Hay mucho más.


Porque lloré, lloré y lloré, pero no estaba triste. Estaba impresionada, conmovida. Es una sensibilidad humana, verdadera, cercana. Incluso diría que masculina. Nunca he visto a tantos hombres llorar en una sala.


Porque la ambientación es perfecta. No es un escenario, sino su casa de verdad, en la que llevan viviendo 40 años. La fuerza y el realismo de los detalles son insuperables. Y esto es realmente difícil de conseguir


Porque es un canto, un reconocimiento a todos los actores y actrices que en alguna ocasión fueron descartados por ser demasiado viejos.


Porque Haneke consigue lo más difícil: que su cine realista, crudo, aburrido, de planos largos, sin banda sonora ni efectos especiales… resulte entretenido. Sí, entretenido. Es justo lo que quiero decir. Un placer que duele. Dedicada a todos los que solo les gusta el cine de entretenimiento.


Porque te hace pensar, reflexionar y, por qué no, ser mejor persona.


George y Anne, los ochenta cumplidos, son dos profesores de música clásica jubilados con una gran cultura. Su hija también se dedica a la música y vive fuera de Francia con su familia. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, tiene un lado del cuerpo paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años será puesto a prueba.

1 comentario:

José Valle Valdés dijo...

Me ha gustado la reseña, amiga.

Beso