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martes, 15 de diciembre de 2015

ANAÏS NIN Y HENRY MILLER - PASIÓN Y DESTRUCCIÓN, DOS AUTORES QUE NO SE PUEDEN CONCEBIR POR SEPARADO

"Terriblemente, terriblemente vivo, afligido, absolutamente consciente de que te necesito. He de verte, te veo brillante y maravillosa. Anaïs, no te apartes de mí, me envuelves como una llama brillante. Despiertas en mí tal mezcla de sentimientos que no sé cómo acercarme a ti. Ven a mí, aproxímate a mí, será de lo más hermoso, te lo prometo. No sabes cuánto me gusta tu franqueza, es casi humildad ..".





"Tienes un sentido del humor delicioso; lo adoro. Quiero verte reír siempre. Te lo mereces. He pensado en sitios a donde deberíamos ir juntos, sitios oscuros, aquí y allí ...". (Miller a Anaïs)



"Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en la calle; te extraño cuando June se acerca cariñosa y cuando paso por los grandes aparadores. 
Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. 

Adiós, Anaïs, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre. Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino. 

Adiós, tuyo siempre .."

Henry Miller





En carta, Henry Miller, escribe a su amante, Anaïs

"No sé lo que espero de ti, pero es algo parecido a un milagro. Te voy a exigir todo, hasta lo imposible, porque me animas a ello. Eres realmente fuerte. Me gusta incluso tu engaño, tu traición". 

Anaïs responde.  

"Me has pedido cosas que son humanamente intolerables. Me hubiera gustado darte lo imposible, lo gigantesco, lo inhumano. Estás probando mi valor al máximo, como un torturador. ¿Cómo conseguiré salir de esta pesadilla? Sólo dispongo de un suministro de fuerza (humanamente no tengo fuerza), sólo tengo la escritura, y eso es lo que estoy haciendo ahora con una desesperación que nunca podrías concebir".












Anaïs Nin, Henry Miller. Dos nombres, dos autores que no se pueden concebir por separado.






sábado, 9 de agosto de 2014

ANÄIS NIN - FRAGMENTOS DE SU LIBRO "DELTA DE VENUS" - RELATOS ERÓTICOS

El sexo debe mezclarse con lágrimas, risas, palabras, promesas, escenas, celos, envidia, todas las variedades del miedo, viajes al extranjero, caras nuevas, novelas, relatos, sueños, fantasías, música, danza, opio y vino.







Anäis Nin fue una escritora francesa que vivió entre el 1903 y el 1977. Vivió y trabajo en París, Nueva York y Los Ángeles.


Autora de novelas vanguardistas, término que se utilizó para denominar en el terreno artístico, las llamadas vanguardias históricas, una serie de movimientos artísticos de principios del siglo XX que buscaban innovación en la producción artística.


A la temprana edad de los once años, comenzó a escribir sus famosos diarios (unos escritos autobiográficos que la han dado la fama) denominados más tarde como Diarios de Anäis Nin, compuestos por siete volúmenes, que escribió en la increíble cantidad de 3500 páginas.






DELTA DE VENUS


Delta de Venus es un libro compuesto por pequeñas historias, en ellas, Nin escribía relatos eróticos para un comprador privado, y fueron publicados tras su muerte, en 1978.


En esta novela, escrita en la década de los 40, Anais Nin describe situaciones eróticas de diferente índole sexual, la mayoría de ellas muy tabú para la época.


Por ejemplo a menudo hablaba del incesto, la homosexualidad, la prostitución o la infidelidad.


Pero todo ello sin alejarse de algo que era esencial en la obra de Nin, la descripción de la mujer en estos relatos, y el estudio de la misma. Es decir, todas esas situaciones, unas realmente eróticas, otras escabrosas, descritas desde el punto de vista de una mujer (que a menudo se llega a suponer que era ella misma).


Los relatos que describe Nin en Delta de Venus están completamente separados unos de otros, nada los une, solo el tema: el sexo, el erotismo, el morbo.


Fragmentos del libro:







" .. El placer que experimentaba Mathilde acariciando a los hombres era inmenso, y las manos de éstos se deslizaban sobre su cuerpo y lo arrullaban de tal manera, tan regularmente, que raras veces la acometía un orgasmo. Sólo adquiría conciencia de ello una vez se habían marchado los hombres. Despertaba de sus sueños causados por el opio, con el cuerpo aún no descansado.

Permanecía acostada limándose las uñas y aplicándose laca en ellas, haciendo su refinada toilette para futuras ocasiones y cepillándose el rubio cabello. Sentada al sol, y utilizando algodón empapado en peróxido, se teñía el vello púbico del mismo color que el cabello. 

Abandonada a sí misma, la obsesionaban los recuerdos de las manos sobre su cuerpo. Ahora, bajo su brazo, sentía una que se deslizaba hacia su cintura. Se acordó de Martínez, de su manera de abrirle el sexo como si fuera un capullo, de cómo los aleteos de su rápida lengua cubrían la distancia que mediaba entre el vello púbico y las nalgas, terminando en el hoyuelo al final de la espalda. ¡Cuánto amaba él ese hoyuelo que le impulsaba a seguir con sus dedos y su lengua la curva que se iniciaba más abajo y se desvanecía entre las dos turgentes montañas de carne!

Pensando en Martínez, Mathilde se sintió invadida por la pasión. Y no podía aguantar su regreso. Se miró las piernas. Por haber permanecido demasiado tiempo sin salir, se habían blanqueado de manera muy sugestiva, adquiriendo el tono blanco yeso del cutis de las mujeres chinas, esa mórbida palidez de invernadero que gustaba a los hombres de piel obscura, y en particular a los peruanos. Se miró el vientre, impecable, sin una sola línea fuera de lugar. El vello púbico relucía ahora al sol con reflejos rojos y dorados..."





"¿Cómo me ve él?", se preguntó. Se levantó y colocó un largo espejo junto a la ventana. Lo puso de pie, apoyándolo en una silla.

Luego, mirándolo, se sentó frente a él, sobre la alfombra, y abrió lentamente las piernas. La vista resultaba encantadora. El cutis era perfecto, y la vulva rosada y plana. Mathilde pensó que era como la hoja del árbol de la goma, con la secreta leche que la presión del dedo podía hacer brotar y la fragante humedad que evocaba la de las conchas marinas. Así nació Venus del mar, con aquella pizca de miel salada en ella, que sólo las caricias pueden hacer manar de los escondidos recovecos de su cuerpo..."





(Fragmento del cuento "Mathilde" en "Delta de Venus". Cuentos eróticos. Anäis Nin.)






" ..Sus caricias poseían una extraña cualidad. Unas veces eran suaves y evanescentes, otras, fieras, como las caricias que Elena había esperado cuando sus ojos se fijaron en ella; caricias de animal salvaje. Había algo de animal en sus manos, que recorrían todos los rincones de su cuerpo, y que tomaron su sexo y su cabello a la vez, como si quisieran arrancárselos, como si cogieran tierra y hierba al mismo tiempo.

Cuando cerraba los ojos sentía que él tenía muchas manos que la tocaban por todas partes, muchas bocas tan suaves que apenas la rozaban, dientes agudos como los de un lobo que su hundían en sus partes más carnosas. Él, desnudo, yacía cuan largo era sobre ella, que gozaba al sentir su peso, al verse aplastada bajo su cuerpo. 

Deseaba que se quedara soldado a su cuerpo, desde la boca hasta los pies..."


(Fragmento del relato "Elena", en "Delta de Venus". Cuentos eróticos. Anäis Nin)






Sus obras:


*Incesto


*Delta de Venus


*Diarios de Anäis Nin


*Henry y June



Anäis Nin en Cuba




" ..Hay dos modos de llegar a mí, mediante los besos o la imaginación. Pero existe una jerarquía; los besos por sí solos no bastan." 



Anaïs Nin




martes, 30 de abril de 2013

POESÍA DE JOSÉ LUIS SAMPEDRO EN LA VIEJA SIRENA ... SI NUNCA DESPERTASTE EN SOBRESALTO FEBRIL..


Moise Kisling

 Si nunca despertaste en sobresalto
febril, precipitándote hacia el lado
vacío de tu lecho, tanteándolo
con manos que se obstinan vanamente
contra implacable ausencia.

    Si no sentiste entonces la muerte
desgarrándote en vida y agrandando
el vacío entre tus venas inflamado,
el vano apartamiento de tus muslos,
el ansia de tu sexo.

    Si no rompió tu voz ese gemido
que acuchilla la turbia madrugada...
es que en tu corazón no ardía la hoguera
que llamamos amor.

    En ella me consumo y es mi grito
tu nombre: a ti me abro en carne viva.
Mi piel muere en espera de la tuya,
mi sexo late con ansiosa boca
de pez en la agonía.

    Y al no llegar tus labios con tu bálsamo
ni el fuego sosegante de tu lengua
mi mano se fatiga inútilmente
en estéril caricia...

    Porque tan sólo tú tienes las alas
para el vuelo que mata y da la vida.



José Luis Sampedro, fragmento de "La vieja sirena", uno de sus libros que más me emocionaron, y en donde descubrí a un J.L. Sampedro sensual, intenso, expresando la sexualidad con una fuerza y erotismo sublimes. Este maravilloso trovador de la valentía, de la justicia, del amor, en este libro se desparrama.

En La vieja sirena encontramos un relato repleto de magia y pasión, ambientado en la Alejandría del siglo III, donde se dan cita realidad y mitología. Surge así una novela que en el fondo gira en torno a dos de las grandes preocupaciones que siempre han guiado a la humanidad: el amor y el poder.


jueves, 25 de abril de 2013

SEGUNDA CARTA DE HENRY MILLER A ANAÏS NIN




Anaïs Nin y Henry Miller se conocieron en 1931, ella tenia 28 años y él 40. Se atraen y seducen mediante la inteligencia y el plano físico. Se hacen amantes.
En 1939 Miller y Nin abandonan París huyendo de la 2° Guerra Mundial. En Nueva York escriben juntos relatos eróticos. Henry decidió mudarse a California y pidió a Anaïs que se mudase con él pero ella nunca quiso separarse de su marido, Hugh Guiler, un banquero próspero y sobreprotector. Miller estaba casado con June Mansfield, que a su vez, también fue amante de Anaïs, dando lugar a uno de los triángulos eróticos y emocionales más polémicos del siglo XX.



Queridísima Anaïs:

Quiero decir que no puedo ser absolutamente leal, no está dentro de lo que soy capaz. Me gustan las mujeres, o la vida, demasiado… No sé cual de las dos cosas. Pero ríe, Anaïs. Me encantaría oírte reír. Eres la única mujer que tiene un sentido de la alegría, una sabia tolerancia; no, es más, parece que me instas a que te traicione. Por eso te amo. Y ¿qué es lo que te lleva a hacer eso, el amor? Es hermoso amar y ser libre al mismo tiempo.
No sé lo que espero de ti, pero es algo parecido a un milagro. Te voy a exigir todo, hasta lo imposible, porque me animas a ello. Eres realmente fuerte. Me gusta incluso tu engaño, tu traición. Me parece aristocrático (¿suena inapropiada la palabra aristocrático en mi boca?).

Sí, Anaïs, pensaba en como traicionarte, pero no puedo. Te deseo. Quiero desnudarte, vulgarizarte un poco… no sé, ay, lo que me digo. Estoy un poco bebido porque tú no te encuentras aquí. Me gustaría dar una palmada y Voilà, ¡Anaïs! Quiero que seas mía, usarte, follarte, enseñarte cosas. No, no siento aprecio por ti, ¡no lo permita Dios! Tal vez quiera hasta humillarte un poco, ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué no me arrodillo ante ti y te adoro? No puedo, te amo alegremente ¿Te gusta eso? Y querida Anaïs, soy tantas cosas. Ves solamente las cosas buenas ahora, o al menos eso es lo que me haces creer. Quiero tenerte al menos un día entero conmigo. Quiero ir a sitios contigo, poseerte. No sabes lo insaciable que soy, ni lo miserable, además de egoísta.

Me he portado bien contigo. Pero te advierto, no soy ningún ángel. Pienso principalmente que estoy un poco borracho. Me voy a la cama; resulta demasiado doloroso permanecer despierto. Soy insaciable. Te pediré que hagas lo imposible. No sé lo que es. Probablemente tú me lo dirás. Eres más rápida que yo. Me encanta tu coño, Anaïs, me vuelve loco. Y tu manera de pronunciar mi nombre. ¡Dios mío, parece irreal! Escucha, estoy muy ebrio. No soporto estar aquí solo. Te necesito. ¿Puedo pedírtelo todo? Puedo ¿Verdad? Ven enseguida y fóllame. Descarga conmigo. Rodéame con las piernas. Caliéntame…”




Henry


Anaïs Nin (Diario íntimo)


miércoles, 10 de abril de 2013

RESPUESTA DE TOMÁS DE IRIARTE A UNA DAMA

Respuesta de Don Tomás de Iriarte a una dama que le preguntó
que era lo mejor que hallaba en su cuerpo





Con licencia, señora, de ese pelo
que en rubias ondas llega a la cintura,
y de esos ojos cuya travesura
ardor infunde al pecho más de hielo;

con licencia del talle, que es modelo
propuesto por Cupido a la hermosura,
y de esa grata voz cuya dulzura
de un alma enamorada es el consuelo,

juro que nada en tu persona he visto
como el culo que tienes, soberano,
grande, redondo, grueso, limpio, listo;

culo fresco, suavísimo, lozano;
culo, en fin, que nació, ¡fuego de Cristo!,
para el mismo Pontífice romano.



Tomás de Iriarte. (Tenerife, 1750 – 1791)

(Pintura de Enrique Pertegás, valenciano)