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jueves, 28 de julio de 2011

A PROPÓSITO DE LAS NOVELAS DE BUKOWSKI - DE AMOR Y SEXO: MUJERES



En 1978 aparece la tercera novela de Charles Bukowski, que se había empezado a fraguar a principios de 1976 y cuyo título inicial iba a ser Historias de amor de la hiena. Finalmente aparecerá con el nombre más genérico de Mujeres. La novela gira en torno a las relaciones personales. 




En este libro sigue estando presente el escritor inmaduro, irresponsable y borracho que ya conocíamos por sus primeras novelas y sus relatos cortos. En esta ocasión Bukowski nos relata las aventuras y desventuras de un Chinaski que ya ha saboreado las mieles del éxito como escritor y que empieza a conocer el lado negativo de la fama. La historia central gira en torno a las relaciones afectivas y sexuales del escritor. Tras un período aproximado de unos cuatro años en el que no ha tenido ninguna relación sexual o amorosa (“Yo tenía cincuenta años y no me había acostado con una mujer desde hacía cuatro.”), conoce a una chica y entablan una relación de pareja. 

A partir de este momento, las mujeres se suceden en su vida a un ritmo vertiginoso. A lo largo de la obra, Chinaski mantiene relaciones sexuales con veinte mujeres distintas. Las hay que sólo quieren sexo, pero otras quieren algo más: “Y sin embargo, las mujeres, las buenas mujeres, me daban miedo porque a veces querían tu alma, y lo poco que quedaba de la mía, quería conservarlo para mí.”, señala Henry Chinaski. Al mismo tiempo, Chinaski nos habla de sus lecturas poéticas en las universidades americanas, de su relación con otros escritores, de las cartas que recibe diariamente de sus seguidoras, de sus citas a ciegas con mujeres que vienen desde la otra parte del país para conocer cara a cara al escritor que las ha deslumbrado con su poesía y su prosa o de los ratos que pasa en el hipódromo, apostando o simplemente bebiendo.



La relación más importante de la novela la establece con Lydia Vance, una escultora a la que conoce en una lectura poética. A esta mujer le encantan las fiestas y la vida social, algo que Chinaski detesta profundamente. Algunos días después de su primer encuentro, ella le pide al poeta que pose como modelo para hacer una escultura de su cara, y a partir de ese momento comienza una tragicómica relación amorosa salpicada de sexo, fiestas, celos y peleas:

"Lydia cogió mi máquina de escribir y fue corriendo con ella hasta el centro de la calle. Era una máquina pesada y antigua, modelo estándar. Lydia la levantó por encima de su cabeza con las dos manos y la estampó contra el suelo. El rodillo y otras piezas salieron volando. Volvió a levantarla otra vez, la alzó por encima de su cabeza y gritó: ¡NO ME HABLES DE TUS MUJERES!, y volvió a estamparla otra vez contra el suelo".

Al final del libro, y a pesar de todas las relaciones negativas que ha mantenido, sigue habiendo lugar para la esperanza. Ésta viene representada por Sara, la dueña de un bar de comida naturista a la que también ha conocido en una lectura poética, y de quien finalmente parece haberse enamorado:

Sara era una buena mujer. Tenía que centrarme. Cuando un hombre necesitaba muchas mujeres, era porque ninguna de ellas era buena. Un hombre podía perder su identidad jodiendo demasiado por ahí. Sara se merecía mucho más de lo que yo le daba. Ya era hora de que me portara como es debido. 

EL TAJ MAHAL, EN HONOR A SU AMADA....




Es un complejo de edificios construido entre 1631 y 1654 en la ciudad de Agra, estado de Uttar Pradesh, India, a orillas del Yamuna, por el emperador musulmán Shah Jahan de la dinastía mogol. El monumental diseño arquitectónico se construyó en honor a su esposa favorita, Arjumand Bano Begum, conocida como Mumtaz Mahal, quien murió dando a luz a su 14ª hija.
Se calcula que en la construcción trabajaron unos 20.000 obreros.
El Taj Mahal es considerado el más bello ejemplo de arquitectura mogola, estilo que combina elementos de las arquitecturas islámica, persa, india e incluso turca.

Según algunas fuentes Mumtaz Mahal significa Perla del Palacio, según otras Elegida del Palacio. El nombre del mausoleo, Taj Mahal, a veces es considerado como una abreviatura del propio nombre de la emperatriz, pero también significa Corona del Palacio ya que, aunque se trata de una tumba, el emperador quiso ofrecerle a su esposa un palacio y una corona. 








La construcción duró 22 años y el mármol, material que predomina, fue transportado en elefantes desde el Rajasthan. Otros materiales llegaron de otras partes de la India, e incluso de otros países.

No se sabe quién fue exactamente el arquitecto del Taj Mahal. Se menciona el nombre de Ustad Isa, pero si este personaje existió o no, es pura conjetura. Lo cierto es que en Agra se reunieron las mayores riquezas del mundo: el mármol fino y blanco de sus paredes se trajo de las canteras de Jodhpur, jade y cristal de la China, turquesas del Tibet, lapislázuli de Afganistán, crisolita de Egipto, ágata del Yemen, záfiros de Ceylán, amatistas de Persia, coral de Arabia, malaquita de Rusia, cuarzo de los Himalayas, diamantes de Golconda y ámbar del océano Indico. En una curva del río Yamuna se construyó el increíble mausoleo.

El Taj Mahal está emplazado en un jardín simétrico, típicamente musulmán, dividido en cuadrados iguales, cruzado por un canal flanqueado por dos filas de cipreses donde se refleja su imagen más imponente. El mausoleo, por dentro, deslumbra menos que por fuera. Igual tiene razones para impresionar: en penumbra, la cámara mortuoria está rodeada de finas paredes de mármol incrustadas con piedras preciosas que filtran la luz natural, traduciendo su belleza en mil colores. La sonoridad del interior, amplio y elevado, es triste y misteriosa, como un eco que suena y resuena, y nunca se detiene.

El hijo del Shah Jahan rompió con la simetría, por venganza, por envidia o por amor, al enterrar a su padre al lado de Mumtaz Mahal. Ella está representada por una pequeña loza, y el Rey, por un tintero, símbolo de la mujer como un papel en blanco en la que escribe su marido. El Shah Jahan vivió sus últimos años prisionero en el Fuerte Rojo, desde donde contemplaba el Taj Mahal a través de su ventana. En su lecho de muerte, a los 74 años, pidió que se le colocara un espejo para ver la tumba de su esposa. Se dice que cuando murió, miraba el Taj Mahal...

No se trata de un solo edificio, sino de todo un complejo de grandes dimensiones. Rodeando al recinto hay una alta muralla de arenisca roja, rodeada a su vez de jardines, con una monumental puerta de entrada en el sur; por ella se accede a un inmenso patio de 300 m de ancho con un estanque de mármol en el centro y numerosos jardines y fuentes; el mausoleo propiamente dicho, construcción a la que habitualmente se hace referencia con la denominación de Taj Mahal, flanqueado por dos edificios simétricos, se halla justamente al otro lado del patio, en el norte, siendo el río el telón de fondo de todo el conjunto; también hay otras edificaciones de menos importancia. 






En la puerta de entrada hay un gran arco; a ambos lados y también en su interior, hay otros arcos mas pequeños dispuestos en dos pisos; la piedra roja se combina con mármol blanco incrustado de piedras semipreciosas que dibujan motivos florales e inscripciones en grafía árabe. A ambos lados de los arcos laterales y tanto en la fachada exterior como en la interior, que tiene la misma estructura, hay unas torres que culminan en chattris (kioscos con cúpula); y sobre el gran arco central hay una especie de galería sobre la que se disponen once pequeñas cúpulas, tanto en la parte exterior como en la interior; en total 22 pequeñas cúpulas que simbolizan los 22 años que duró la construcción del Taj Mahal.
Por fin se llega al inmenso patio surcado de jardines y fuentes que rodea al Taj Mahal; desde la oscuridad del arco de la entrada se ve, justo en frente, el grandioso monumento blanco. En la parte interior de la muralla que rodea al recinto hay soportales con arcos lobulados desde los que también hay una hermosa vista.

El Taj Mahal es una maravilla de formas y proporciones; está situado sobre una plataforma de mármol a la que se accede descalzo o con los zapatos cubiertos por unas babuchas que allí proporcionan. Se trata de un edificio cuadrado con las esquinas truncadas por lo que adquiere forma octogonal irregular;. En cada una de las cuatro fachadas, unos arcos ordenados en dos pisos flanquean un alto arco central cuyo reborde se levanta más alto que el resto de la fachada. El chaflán correspondiente a cada esquina tiene la misma anchura y estructura que las partes laterales de las fachadas principales, de forma que entre cada gran arco y el siguiente hay tres lados iguales que dan la vuelta a la esquina armoniosamente.

Sobre el edificio hay una gran cúpula en el centro que es la Corona del palacio, Taj Mahal. Rodeando a esta hay cuatro chattris de cúpulas mas pequeñas; y en los extremos de la plataforma se alzan cuatro minaretes culminados en cúpulas mas pequeñas aún, construidos con cierta inclinación hacia afuera para que, en caso de derrumbamiento, no caigan sobre el edificio principal. Pináculos metálicos rematan todas las cúpulas.

A ambos lados de este conjunto se hallan dos edificios idénticos: al oeste una mezquita de tres cúpulas construida en arenisca roja y mármol blanco, al este el llamado eco de la mezquita que no se usa para el culto por estar orientado en dirección errónea y cuya finalidad es mantener la simetría.
En el interior del mausoleo hay una sala octogonal central, con cuatro salas octogonales más pequeñas alrededor. Los cenotafios se hallan en el centro de la cámara principal y están rodeados por una celosía octogonal de mármol labrado con incrustaciones en sus partes macizas; el del emperador a un lado, el de su esposa en el centro, ya que tan inmenso edificio, en principio, fue construido solo para ella. Pero no es aquí donde reposan sus restos, los sarcófagos verdaderos están, según se dice, en una cámara subterránea inmediatamente debajo. Las paredes del interior están también decoradas con incrustaciones. La escala de los motivos es muy variable, y estos se disponen, tanto en el exterior como en el interior, con exquisito gusto y moderación, ya que ninguna parte del edificio resulta recargada por los decorados, y hay muchas superficies en las que el mármol es liso.





Se dice que el emperador Shah Jahan quería construir su propio mausoleo en mármol negro, a imagen y semejanza del de su esposa, al otro lado del río Yamuna, y unir después ambos mediante un puente de oro. Hoy, al otro lado del río, frente al Taj Mahal, queda un resto, en piedra roja, de lo que se dice que fue el inicio de la construcción del edificio gemelo del Taj Mahal. No llegó a construirse ya que Aurangzeb, tercer hijo de Shah Jahan, después de vencer a sus hermanos y hacerse con el poder, encarceló a su propio padre en la fortaleza roja de Agra. Shah Jahan murió en prisión, después de largos años de enfermedad, contemplando desde sus alojamientos en el Fuerte Rojo el Taj Mahal, su gran obra, monumento a su amada y refugio para el descanso eterno de ambos.

El Taj Mahal tiene algo de mágico, propiedad que le confiere el mármol del que está formado; cambia de color según la luz que recibe: blanco brillante cuando hace sol, destacando en el inmenso cielo azul, y si está nublado trata de confundirse con el cielo.


FUENTE:

En Madrid, con picardía y sin utilizar la fuerza, cinco indignados vestidos con camisas, corbatas y vestidos largos burlaron la seguridad del Congreso para entregar un manifiesto con las demandas de las asambleas del interior del país.

Los policías desalojan ayer a grupos de indignados del Paseo del Prado, en Madrid


Las autoridades españolas acusaron recibo de la protesta que regresó a Madrid el fin de semana. Con picardía y sin utilizar la fuerza, cinco indignados vestidos con camisas, corbatas y vestidos largos burlaron la seguridad del Congreso de los Diputados para entregar un manifiesto donde se incluyeron las demandas de las asambleas del interior del país. Luego de sortear el cordón policial, los manifestantes dejaron un petitorio de diecisiete páginas en el interior del recinto. “Lo que queríamos era hacer llegar la voz de los pueblos. Este trabajo está hecho, nos vamos a casa”, dijo Borena, una joven que arribó el viernes a Madrid, desde Barcelona, para participar de la movilización que culminó el domingo en Puerta del Sol. Setenta personas alojadas en tres tiendas y rodeadas de policías celebraron con gritos y abrazos el regreso de los infiltrados, que minutos antes fueron recibidos por un vocero de Izquierda Unida.


Los indignados españoles esperan organizar una gran movilización en toda España para el 25 de septiembre: será la previa de una futura convocatoria a nivel mundial. “Estamos trabajando de cara a una gran manifestación para el 15 de octubre, incluso, queremos extenderla fuera de Europa”, adelanta Ruiz Loza. Asegura, además, que la organización ya hizo contactos con otros indignados en Egipto, Inglaterra, Portugal y Grecia. “Se ha creado un grupo internacional, si bien estamos todavía decidiendo el lema, tenemos pensado seguir con las reivindicaciones del 15-M”, apunta el integrante de DRY-Madrid.
“Acá hay asambleas casi todos los días”, asegura Ignacio Murgui, de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid. “En la marcha que partió hacia Bruselas se anunció la convocatoria para el 25 de septiembre”, agrega, movilización que entre sus principales demandas se opondrá a la ley hipotecaria (que actualmente prevé un serie de desalojos compulsivos) y por el derecho a la vivienda. Murgui estima que, posiblemente, el lema de la movilización del 15 de octubre condense el espíritu que dio nacimiento al 15-M: “Europa para los ciudadanos y no para los mercados. No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”.


FUENTE: 

http://www.pagina12.com.ar/

miércoles, 27 de julio de 2011

DUELO POR LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS

"Moriscos en Granada", grabado de Joris Hoefnagel, 1564

En el capítulo 8 de Don Quijote se nos cuenta cómo el caballero libertador de damas cautivas desafía en duelo al vizcaíno, tomado por celoso carcelero. De repente, el narrador interrumpe la historia porque se la ha acabado el texto que le está sirviendo de "inspiración". Entonces nos damos cuenta de que el relato del hidalgo no es una invención del autor, sino una copia o traducción de un texto ya existente. Como el narrador no quiere dejarnos en vilo, se va a Toledo en busca de papeles viejos por si da con uno que siga la historia. Allí descubre uno, en árabe, que nos cuenta cómo acaba la pelea. Su autor es Cide Hamete Benengeli, nombre poco cristiano.



El gesto de Cervantes es enormemente significativo. Cuando él escribe esa Primera Parte, hace 40 años que Felipe II ha mandado destruir los libros en árabe y ha prohibido hablar algarabía y usar sus trajes y ritos. En el preciso momento en que se incuba la expulsión de los moriscos, él coloca a la lengua proscrita como inspiradora del texto que cuenta las andanzas del celebrado caballero. Con ese gesto no pretende restaurar la cultura que había desaparecido, sino minar las pretensiones hegemónicas del discurso casticista y colocar como seña de identidad de los contemporáneos la memoria de lo olvidado.



GRABADO DE LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS


En 1609, Felipe III decreta la expulsión de los moriscos. Con ella España se empeña en borrar de su memoria una época histórica en la que lo árabe-musulmán formaba parte de su geografía y, gracias a ello, de la europea. 

Viendo en televisión imágenes de energúmenos vociferando en árabe o leyendo los clichés sobre el fundamentalismo impenitente del musulmán, nos tiene que resultar incomprensible el prestigio del mundo morisco al que Cervantes rinde memoria. Solemos decir que gracias a los traductores árabes de Toledo o de Nápoles, Occidente recuperó la cultura griega. Es inexacto, porque estos traductores también interpretaban, y lo que Europa aprendió no era lo que decía Aristóteles, sino cómo lo entendían los Avicena, Averroes o el persa al-Farabi. "Los filósofos por excelencia, en el París del siglo XI y XII —dice el historiador Alain de Libera—, eran los árabes, no los griegos". Ser moderno era ser averroísta. Fueron ellos los que plantearon la necesidad de distinguir entre fe y razón, una distinción sobre la que pudo construirse luego la modernidad ilustrada y laica.

El recuerdo de la expulsión de los moriscos hace 400 años debería dar pie, por un lado, a una reflexión política sobre nuestra identidad colectiva, construida sobre exclusiones, en este caso, sobre la ausencia de algo que fue tan propio como lo morisco, y, por otro, para revisar los clichés sobre el islam que se ha fabricado Occidente.

Por lo que respecta a la reflexión política, el sociólogo alemán Helmut Dubiel observa un cambio de rumbo en los planteamientos de las identidades colectivas. Se está produciendo, dice, "rechazo gradual de una lectura triunfalista de la historia nacional". Al conocer lo que la propia historia tiene de negación del otro, se pone en solfa el orgullo nacional, es decir, la satisfacción de pertenecer a una historia con tantos héroes, mártires, banderas e himnos. Aparece entonces un nuevo sujeto político, sensible a una historia construida a base de violencia excluyente. "Son más bien —dice—  las culpas compartidas en común a lo largo de su historia las que han creado en los seres humanos un sentido existencial de pertenencia, determinado por sentimientos de culpa reprimidos". Lo que quiere decir es que el secreto del vínculo común no estaría en la sangre, ni en la tierra, ni en la lengua, ni en la religión, ni en hazañas heroicas, sino en la complicidad silenciosa. Es, desde luego, el caso de la Alemania actual y ese podría ser el ejemplo a seguir. El desafío teórico a los nacionalismos es evidente.

La revisión de los estereotipos culturales que componen nuestro imaginario del "moro" obliga a desechar todos esos discursos que asocian musulmán con fundamentalismo y árabe con medieval o con incapacidad para las ciencias. Ya ha quedado señalado cómo la semilla de una concepción autónoma y laica del mundo la puso el averroísmo. Un ejemplo de la deformación que el Occidente cristiano ha hecho del mundo musulmán nos lo brinda el destino de Alberto de Colonia. Este sabio, maestro de Tomás de Aquino, que poco quería saber "de lo que sostienen los latinos", es decir, los maestros cristianos, era en realidad un experto en ciencias árabes. A principio del siglo XX, la Iglesia le hizo santo, san Alberto Magno, para tener un santo patrón de los científicos. El experto en ciencias árabes pasaba a ser el patrón de las ciencias modernas que, según Max Weber, son asunto del genio europeo ("protestante y germánico"). La historia nos desautoriza.

Por sus torpezas y nuestros prejuicios estamos empujando al mundo árabe-islámico al rincón del fundamentalismo. El recuerdo del cuarto centenario de la expulsión de los moriscos podría ser la ocasión para reconocerles lo que les debemos y para levantar acta de lo que hemos perdido con aquella trágica decisión. No hay ninguna razón para la celebración, pero sí para la memoria. (Manuel Reyes Mate)
Filósofo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Publicado por JOSÉ URBANO PRIEGO EN SU BLOG: