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domingo, 8 de mayo de 2016

ALMAFUERTE - VIDA Y POEMAS DE UN SER HUMANO COMPROMETIDO Y PRECIOSO

"Llénate de ambición, ten el empeño, ten la más loca, la más alta mira. No temas ser espíritu, ser sueño, ser ilusión, ser ángel, ser mentira... la verdad es un molde, es un diseño, que rellena mejor quien más delira".








Maestro, escritor y publicista, hombre de recio carácter, Pedro B. Palacios, más conocido como Almafuerte, (nace un 13 de mayo de 1854 y muere un 28 de febrero de 1917 en La Plata, Argentina), era dueño de una retórica vibrante que impresionó vivamente a sus contemporáneos.

Ejerció la docencia en escuelas de Capital Federal y provincia de Buenos Aires, donde también colaboró con distintos medios de prensa, entre ellos el periódico platense El Pueblo. Su estilo periodístico polémico y apasionado, poco complaciente con los gobiernos y caudillos, le granjearon muchos y poderosos enemigos así como pocos amigos y motivó que le fuera retirada la licencia para enseñar. 

Escribió apasionadamente.
En aquellos tiempos, sus poemas fueron despreciados por un sector "docto y culto" de la sociedad, pero el pueblo sencillo, los taberneros, mozos de cuadra, campesinos, trabajadores y obreros le tenían un amor a toda prueba.
Fue maestro por vocación, periodista por convicción, poeta por sentimiento.

Combativo, polémico, rechazado por el poder e idolatrado por el pueblo, vivió siempre en condiciones humildes, pero jamás dudó en dar lo poco que tenía a los más necesitados.

La nota dominante de la producción de Pedro Bonifacio Palacios, sea en verso sea en prosa, es la exaltación de las clases humildes de la sociedad, que Almafuerte llamaba "la chusma de mis amores" y que presentaba siempre como oprimida y despreciada por los poderosos, a la espera de transformarse en una raza futura de superhombres.



En su entierro un cronista relató:

"Algunas gentes humildes, hombres y mujeres del pueblo, se detenían,
silenciosamente y conmovidas, a contemplar la tumba de Almafuerte. Las
mujeres se apoderaban furtivamente de algunas flores y se las llevaban
ocultas entre sus ropas (...) La intuición de los corazones sencillos sabía
que allí quedaba uno de los suyos, que sintió sus dolores cotidianos y
sus heroísmos anónimos, fuera o no un neurópata, según los científicos
sostuvieran, estuvieran o no sus versos rotundos y sus prosas lapidarias
dentro de la norma y el mal gusto de los retóricos".






4 poemas suyos imprescindibles:


Los incurables


Si te postran diez veces, te levantas,
otras diez, otras cien, otras quinientas.
No han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se rompen las garras de la suerte.

¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte!

No te des por vencido, ni aún vencido.
No te sientas esclavo, ni aún esclavo.
Trémulo de pavor piénsate bravo
y arremete feroz, ya mal herido.

Procede como Dios que nunca llora,
o como Lucifer que nunca reza,
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora.

¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos
y los ojos del Juez, siempre despiertos!
¡Y al echarte en la caja de los muertos
menosprecia los llantos de los vivos!

No digas tu verdad ni al más amado.
No demuestres temor ni al mas temido.
No creas que jamás te hayan querido
por más besos de amor que te hayan dado.

Y el sol, el padre sol, el raudo foco
que lo fomenta todo en la Natura,
por fecundar los polos no se apura,
ni se desvía un ápice tampoco...
¡Todo lo alcanzarás, solemne loco
siempre que lo permita tu estatura!

(De "Sonetos Medicinales")


***


¡ AVANTI ! 


Si te postran diez veces, te levantas 
otras diez, otras cien, otras quinientas; 
no han de ser tus caídas tan violentas 
ni tampoco, por ley, han de ser tantas. 
Con el hambre genial con que las plantas 
asimilan el humus avarientas, 
deglutiendo el rencor de las afrentas 
se formaron los santos y las santas. 
Obcecación asnal, para ser fuerte, 
nada más necesita la criatura, 
y en cualquier infeliz se me figura 
que no mellan los garfios de la suerte ... 
¡ Todos los incurables tienen cura 
cinco minutos antes de su muerte ! 


¡ PIU AVANTI ! 


No te des por vencido, ni aún vencido, 
no te sientas esclavo, ni aún esclavo; 
trémulo de pavor, piénsate bravo, 
y acomete feroz, ya mal herido. 
Ten el tesón del clavo enmohecido 
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo; 
no la cobarde estupidez del pavo 
que amaina su plumaje al primer ruido. 
Procede como Dios que nunca llora; 
o como Lucifer, que nunca reza; 
o como el robledal, cuya grandeza 
necesita del agua, y no la implora... 
Que muerda y vocifere vengadora, 
ya rodando en el polvo, tu cabeza ! 


¡ MOLTO PIU AVANTI ! 

Los que viertan sus lágrimas amantes 
sobre las penas que no son sus penas; 
los que olvidan el son de sus cadenas 
para limar las de los otros antes; 
los que van por el mundo delirantes 
repartiendo su amor a manos llenas, 
caen, bajo el peso de sus obras buenas, 
sucios, enfermos, trágicos, sobrantes. 
¡Ah! Nunca quieras remediar entuertos; 
nunca sigas impulsos compasivos; 
ten los garfios del Odio siempre activos 
y los ojos del juez siempre despiertos... 
y al echarte en la caja de los muertos, 
menosprecia los llantos de los vivos ! 
(...)



***


Pasión


I


Tú tienes, para mí, todo lo bello
que cielo, tierra y corazón abarcan;
la atracción estelar ¡de esas estrellas
que atraen como tus lágrimas!;


II


La sinfonía sacra de los seres,
los vientos, los bosques y las aguas,
en el lenguaje mudo de tus ojos
que, mirándome, hablan;


III


Los atrevidos rasgos de las cumbres
que la celeste inmensidad asaltan,
en las gentiles curvas de tu seno…
¡oh, colina sagrada!


IV


Y el desdeñoso arrastre de las olas
sobre los verdes juncos y las algas,
en el raudo vagar de tu memoria
por mi vida de paria.


V


Yo tengo, para ti, todo lo noble
que cielo, tierra y corazón abarcan;
el calor de los soles, ¡de los soles
que, como yo, te aman!;


VI


El gemido profundo de las ondas
que mueren a tus pies sobre la playa,
en el tapiz purpúreo de mi espíritu
abatido a tus plantas;


VII


La castidad celeste de los besos
de tu madre bendita, en la mañana,
en la caricia augusta con que tierna
te circunda mi alma.


VIII


¡Tu tienes, para mí todo lo bello;
yo tengo para ti, todo lo que ama;
tú, para mí, la luz que resplandece,
yo, para ti, sus llamas!



***



Lo que yo quiero


I


Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
las metálicas cuerdas de tu voz,
el rubor de tu sien cuando meditas
y el origen tenaz de tu rubor.
Quiero ser esas manos invisibles
que manejan por si la creación,
y formar con tus sueños y los míos
otro mundo mejor para los dos.
Eres tu, providencia de mi vida,
mi sostén, mi refugio, mi caudal;
cual si fueras mi madre, yo te amo...
¡y todavía más!


II


Tengo celos del sol porque te besa
con sus labios de luz y de calor...
¡del jazmín tropical y del jilguero
que decoran y alegran tu balcón!
Mando yo que ni el aire te sonría:
ni los astros, ni el ave, ni la flor,
ni la fe, ni el amor, ni la esperanza,
ni ninguno, ni nada más que yo.
Eres tu, soberana de mis noches,
mi constante, perpetuo cavilar:
ambiciono tu amor como la gloria...
¡y todavía más!


III


Yo no quiero que alguno te consuele
si me mata la fuerza de tu amor...
¡si me matan los besos insaciables,
fervorosos, ardientes que te doy!
Quiero yo que te invadan las tinieblas,
cuando ya para mí no salga el sol.
Quiero yo que defiendas mis despojos
del más breve ritual profanador.
Quiero yo que me llames y conjures
sobre labios y frente, y corazón.
Quiero yo que sucumbas o enloquezcas...
¡loca sí; muerta si, te quiero yo!
Mi querida, mi bien, mi soberana,
mi refugio, mi sueño, mi caudal,
mi laurel, mi ambición, mi santa madre...
¡y todavía más!


***







"Ser bueno, en mi sentir, es lo más llano y concilia deber, altruismo y gusto: con el que pasa lejos, casi adusto, con el que viene a mi, tierno y humano".




Fuente de la biografía:



viernes, 6 de mayo de 2016

ROBERTO ARLT - LA TERRIBLE SINCERIDAD

Amedeo Modigliani

" No mire lo que hagan los demás. No le importe un pepino lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más".




" Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todo y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de cabeza contra una pared, interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: “¿Soy sincero conmigo mismo?” Y si el corazón le dice que sí, y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa vida que rige nuestra existencia impedirá que usted se mate tirándose al pozo. [...]

Me dirá usted: “¿Y si los otros no comprenden que soy sincero?” ¡Qué le importa a usted de los otros! La tierra y la vida tienen tantos caminos con alturas distintas, que nadie puede ver a más distancia de la que dan sus ojos. 

[...] Me dirá usted: “¿Y si me equivoco?” No tiene importancia. Uno se equivoca cuando tiene que equivocarse. Ni un minuto antes ni un minuto después. ¿Por qué? Porque así lo ha dispuesto la vida, que es esa fuerza misteriosa. Si usted se ha equivocado sinceramente, lo perdonarán. O no lo perdonarán. Interesa poco. Usted sigue su camino [...]

La sinceridad tiene un doble fondo curioso. No modifica la naturaleza intrínseca del que la practica, y sí le concede una especie de doble vista, sensibilidad curiosa, y que le permite percibir la mentira, y no sólo la mentira, sino los sentimientos del que está a su lado.

Hay una frase de Goethe, respecto de este estado, que vale un Perú. Dice:


"Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás de él"


Vea, amigo: hágase una base de sinceridad, y sobre esa cuerda floja o tensa cruce el abismo de su vida, con su verdad en la mano y va a triunfar. No hay nadie, absolutamente nadie, que pueda hacerlo caer. Y hasta los que hoy le tiran piedras, se acercarán mañana a usted para sonreírle tímidamente. Créalo, amigo. Un hombre sincero es tan fuerte que sólo él puede reírse y apiadarse de todo.

ROBERTO ARLT, Fragmento de "La Terrible Sinceridad" (Aguafuertes Porteñas)




Novelista y dramaturgo argentino, que abrió el camino a una nueva narrativa de tema urbano. Nació en Buenos Aires el 2 de abril de 1900, hijo de padre alemán y madre italiana. Abandonó la escuela primaria antes de aprobar el tercer curso, aunque a los ocho años ya escribió sus primeros relatos. Pronto fue un fiel frecuentador de la biblioteca del barrio donde leía libros de tendencia anarquista y luego a los escritores rusos Gorki, Tolstoi y Dostoievski. 

En 1930 obtuvo el tercer premio del Concurso Literario Municipal con su novela Los siete locos (1932) que es un examen desesperado sobre la desorientación que provocó la I Guerra Mundial. Viaja a España y a su regreso a Argentina se encuentra con Juan Carlos Onetti con el que mantuvo una buena amistad. Roberto Arlt llevó una vida llena de privaciones y de todo de tipo de problemas y Onetti ha dicho de él: "Es el último tipo que escribió novela contemporánea en el Río de la Plata". 

Su primer libro, El juguete rabioso (1926), es una de las mejores novelas argentinas. Llena de rasgos autobiográficos y picarescos, expresa angustia y violencia con un soporte lingüístico áspero, vivísimo, al narrar la iniciación de un adolescente al mundo del hampa. En Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931), donde se aprecia la influencia de Fiódor Dostoievski, uno de sus escritores preferidos, vuelve a aparecer retratado de modo muy realista el mundo de los bajos fondos de Buenos Aires, con sus tangos, delincuentes, prostitutas y rufianes. Arlt también escribió relatos, crónicas y obras de teatro renovadoras como La isla desierta (1937), un amargo retrato sobre la burocracia. Murió el 26 de julio de 1942 víctima de un ataque cardíaco.


Fuente de la biografía:



WILLIAM BLAKE - EL GOZO FECUNDA, EL DOLOR ENGENDRA


Aquel que desea pero no actúa, engendra peste.


Los amantes del torbellino, William Blake



"El rugir de los leones, el aullido de los lobos, el oleaje furioso del mar huracanado y la espada destructora, son porciones de la eternidad demasiado grandes para que las aprecie el ojo humano"


"La crueldad tiene corazón humano y la envidia humano rostro; el terror reviste divina forma humana y el secreto lleva ropas humanas".



El dragón rojo y la mujer vestida de sol, Wlliam Blake


"Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna".


"Ningún pájaro se eleva demasiado alto, si vuela con sus propias alas".



Beatrice, William Blake



William Blake, (1757-1827 - Soho, Londres, Reino Unido), rompe todos los cánones y convencionalismos de la época, intentando hacer trizas los planteamientos religiosos de la Iglesia Anglicana, así como las posturas políticas más conservadoras. 

El objetivo de todo cambio político y religiosos consiste en la búsqueda de un nuevo mundo basado en la felicidad universal, cósmica y mística. De hecho, participó en un círculo de políticos radicales, entre los que figuraban William Godwin, Tom Paine y la primera escritora feminista Mary Wollstonecraft.

Su obra literaria no fue entendida y desde luego menos sus grabados, lienzos y dibujos, relacionados con las visiones, según unos, y con alucinaciones y degeneraciones mentales de un auténtico loco, según otros, de ahí, que las diferentes exposiciones que realizó fueran un fracaso cantado.


jueves, 5 de mayo de 2016

OLIVERIO GIRONDO - EX VOTO

Armonía en azul, 1937, Henri Matisse



EXVOTO

A las chicas de Flores


" Las chicas de Flores, tienen los ojos dulces, como almendras
azucaradas de la Confitería del Molino, y usan moños
de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa.
Las chicas de Flores, se pasean tomadas de los brazos, para
transmitirse sus estremecimientos, y si alguien las mira en
las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se
les caiga en la vereda.

Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar
del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos
se empurpuren al sentirlas desnudas, y de noche, a remolque
de sus mamás -empavesadas como fragatas- van a pasearse
por la plaza para que los hombres les eyaculen palabras al
oído, y sus pezones fosforescentes se enciendan y se apaguen
como luciérnagas.

Las chicas de Flores, viven en la angustia de que las nalgas
se les pudran, como manzanas que se han dejado pasar, y el
deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran
desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el
coraje de cortarse el cuerpo en pedacitos y arrojárselo a todos
los que les pasan la vereda.


Buenos Aires, octubre, 1920

OLIVERIO GIRONDO